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ANTOLOGÍA POÉTICA D. H. LAWRENCE

CUANDO LA FRUTA
MADURA CAE

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CUANDO LA FRUTA MADURA CAE
Traducción de
Edward González y Pablo Saavedra

Edición digital: julio, 2022
ISBN: 978-956-410-578-9

Diseño cubierta: Reinterpretación digital de
“The Lawrence tree” de Georgia O’Keeffe

Asistentes de producción:
Gracia Armijo Gallero y Sebastián Villagra Pizarro
Colaboradoras:
Carolina Muñoz Sepúlveda y Claudia Guada Mijares

Obra realizada con el aporte de la Dirección de
Artes y Cultura, Vicerrectoría de Investigación de
la Pontificia Universidad Católica de Chile

Diseño, edición y diagramación
Editorial ElOtroCuarto
www.elotrocuarto.cl

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ANTOLOGÍA POÉTICA D. H. LAWRENCE

CUANDO LA FRUTA
MADURA CAE

Traducción de
Edward González y Pablo Saavedra

Ediciones ElOtroCuarto

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ÍNDICE

13 Mar

15 Algas marinas

16 Crepúsculo

17 El mar

19 El mar, el mar

20 Se dice que el mar no tiene amor

21 ¡Las ballenas no lloran!

23 Tierra

25 Árboles en el jardín

26 Bajo el roble

28 Cangura

31 Cisne

33 Cuando la fruta madura cae

34 Dos elefantes actuando

35 El lobo rojo

39 El mosquito sabe

40 Ganarse la vida

41 Granada

43 Higueras desnudas

46 Lagartija

47 Las cosas hechas por el hierro

48 Los ladrones de cerezas

49 El mosquito

53 Nísperos y frutos del serbal

56 Otoño en Taos

58 Paz

59 Picaflor

60 Puma

63 Verde

65 Cielo

67 ¿No será extraño—?

68 Águila en Nuevo México

71 La chara azul

73 Luna nueva

74 Noche del sur

75 Noviembre cerca del mar

76 Palimpsesto del ocaso

77 Tormenta en el bosque negro

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Mar

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Algas marinas

Las algas marinas se mecen y se mecen y se arremolinan
como si la oscilación fuese su forma de quietud;
y si se azotan contra feroces rocas
se deslizan sobre ellas como lo hacen las sombras, sin hacerse daño.

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Crepúsculo

Crepúsculo
sumergidos en un denso atardecer
y una voz oculta como el agua cloqueando
despiadada e incesante.
Mientras la oscuridad hunde las rocas
y salpica tibia entre las nalgas.

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El mar

Tú, que eres del todo indiferente, sin amor, tú;
Inquieto y solitario, sacudido por tus propios humores,
Eres célibe y soltero, despreciando incluso a un acompañante,
Trillando tus propias pasiones sin mujer para el piso de trilla,
Terminando tus sueños solo por tu propio interés,
Jugando tu gran juego alrededor del mundo, solo,
Sin tener con quien jugar, o quien te ayude, sin tener a nadie a quien atesorar,
Nadie a quien consolar y rechazando cualquier forma de consuelo.

No como la tierra, la cónyuge toda llena de aumento
Sobrepasada con la crianza de las muchas bocas de sus crías;
Eres soltero, eres sin fruto, fosforescente, frío e insensible,
Desnudo de adoración, de amor o de adorno,
Despreciando la panacea incluso del trabajo,
Comprometido con un sin propósito alto y espléndido
De meditar y deleitarse en el secreto de los acontecimientos de la vida,
Mar, solo tú eres libre, sofisticado.

Tú que no trabajas, tú que no tejes,
¡Claro, pero para ti y los tuyos, trabajar duro
No valía la pena, ni tejer valía el esfuerzo!

Tú que tomas la luna como en un cedazo, y la tamizas
Copo por copo y extiendes su significado;
Tú que haces rodar las estrellas como joyas en tu palma,
Tal que parecen pronunciarse en voz alta;
Tú que extraes de los días su color,
Revelas el tinte universal que tiñe
Su red; que ensombreces los grandes gestos y expresiones del sol
De modo que parece un extraño en su paso;
Que expresas con certeza la noche muda;
Mar, tú sombra de todas las cosas, ahora te burlas de nosotros hasta la muerte con tus sombras.

Bournemouth

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El mar, el mar

El mar disuelve tanto
y la luna se lleva mucho más de lo que conocemos—

Una vez que la luna desciende
y el mar nos cautiva
ciudades se disuelven como sal de roca
y a la vida se le derrite el azúcar
el hierro se borra como una vieja mancha de sangre
el oro desaparece en una sombra verde
el dinero ni sedimento hace
y solo el corazón
reluce en un triunfo salado
sobre todo lo que ha conocido, que ahora se ha ido hacia la nada salada.

***

Se dice que el mar no tiene amor

Se dice que el mar no tiene amor, que en el mar
el amor no puede vivir, sino tan solo las desnudas astillas de sal
de la vida sin amor.
Pero desde el mar
saltan los delfines en torno al barco de Dionisio
a cuyos mástiles se adhieren púrpuras vides,
y emergen saltando con su oscuro púrpura de arcoíris
y ¡una vuelta! ¡ahí van! cayendo en picada de puro goce;
y el mar le hace el amor a Dionisio
en los saltos de estas pequeñas ballenas felices.

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¡Las ballenas no lloran!

Dicen que el mar es frío, pero el mar contiene
la más ardiente sangre de todas, y la más salvaje, la más urgente.

Todas las ballenas en las profundidades más amplias, calientes son, mientras insisten
e insisten, y bucean bajo los icebergs.
Las ballenas francas, las de esperma, las cabeza de martillos, las orcas,
¡ahí soplan, ahí soplan, el caliente aliento, blanco y salvaje que sale del mar!

Y se mecen, y se mecen, por los sensuales tiempos sin tiempo
en las profundidades de los siete mares,
y entre la sal vacilan en su ebrio gozo
y en los trópicos se estremecen de amor
y ruedan con deseo, fuerte y masivo, como dioses.
El gran macho yace sobre su novia
en la profunda cama azul del mar,
como montaña presionando a montaña, en el júbilo de la vida:
y desde el rugido interior del interno océano rojo de sangre de ballena
la larga punta llega fuerte, intensa, como la punta de la vorágine, y llega a descansar
en el abrazo y el agarre suave y salvaje del insondable cuerpo de la hembra.

Y sobre el puente del firme falo del macho, uniendo la maravilla de las ballenas
los arcángeles ardientes bajo el mar siguen pasando, de un lado a otro,
siguen pasando, arcángeles de felicidad
de él a ella, de ella a él, grandes Querubines
que atienden a las ballenas en medio del océano, suspendidos en las olas del mar
gran cielo de ballenas en las aguas, antiguas jerarquías.
Y las enormes ballenas madres yacen soñando amamantando sus tiernas ballenas crías
y soñando con extraños ojos de ballena muy abiertos en las aguas del comienzo y el final.

Y los machos juntan sus hembras y ballenas crías en un círculo
cuando el peligro amenaza, en la superficie de la inundación incesante,
y se extienden como grandes feroces Serafines enfrentando la amenaza,
rodeando sus hacinados monstruos de amor.
Y todo esto pasa en el mar, en la sal
donde Dios también es amor, pero sin palabras:
y Afrodita es la esposa de las ballenas
¡muy feliz, feliz ella!
y Venus salta entre los peces y es delfina
ella es la marsopa feliz y gozosa jugando con el amor y el mar
ella es el atún hembra, redonda y alegre entre los machos
y densa con sangre alegre, dicha de oscuro arcoíris en el mar.

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