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2021 - Poesía

Bajo la sombra de los sauces

Alberto Sepúlveda Burgos

BAJO LA SOMBRA DE
LOS SAUCES

Alberto Sepúlveda Burgos

Ediciones ElOtroCuarto

***

Tercera edición: enero, 2022
Inscripción N° 2021-A-10373

En colaboración con
EspacioAjeno - Plataforma Crowdfunding
facebook.com/espacioajeno.cl

Fotografía autor: Oscar Masías

Impreso en Santiago de Chile
por Editorial popular Arttegrama

Diseño, edición y diagramación
Editorial ElOtroCuarto
www.elotrocuarto.cl

***

BAJO LA SOMBRA DE LOS SAUCES

Verano de 1986,
la dictadura golpea fuerte.

Trepamos su tronco y ramas de pelo verde
jugamos al papá y la mamá,
sentados en sus raíces cocinamos ciruelas
con las manos húmedas de sudor.
Éramos reyes a guata pelá
coronados con ortigas
dibujamos piqueros en las pozas del humedal,
aleteabas como pato herido
yo hacía que te salvaba
y te sentías princesa,
al atardecer pelábamos huevos duros
y devolvías las ranas a las pocitas.

Enero de 1996, ribera del río Mapocho.
El sauce era Escocia
cuando nos creíamos Trainspotting
y fumábamos pititos.

Escenario para tejer cuerdas de guitarras
y cantar los beneficios de usar desodorante
en la adolescencia,
reíamos cubiertos de lamas de humedal
con la mirada buscamos siluetas de coipos.
Queltehues celebraban
tu gusto por bailar con el chaleco de la abuela
recitabas versos de picaflor extraviado
y alguna vez nos besamos sin querer queriendo.

Diciembre de 2019.
El sauce de las pocitas
sigue brindando crepúsculo
sonríe cobijo a los jóvenes
que tocan tambores y danzan junto al río
fumando pititos.
A la distancia recojo latas y colillas de cigarros
trato de ser invisible
vestido de viento entre ramas
y el sauce entrega sombra de corriente fresca.

Chile estalló en canto de justicia
Diego el Pelusa murió
El Chancho Perro está preso
y te casaste con el hueón de la camioneta roja.
El sauce de las pocitas
llora la partida del tucúquere
que busca cerros y otras noches para volar el valle.
Habitados en la copa del árbol de lágrimas
los zorzales y chincoles
cantan réquiem al río Mapocho
Él hace luto con sombra de brisa veraniega
y no puedo dejar de llorar…

***

COMPROMISO

Solucionar
nuestros conflictos
plantando árboles nativos
en el patio
desafiar a los mirones
de los departamentos.
Las hojas de otoño
dicen en su caída
nada volverá
a ser lo mismo
a pesar que las semillas
asentaron sus raíces
en la tierra mojada del invierno.

***

El VUELO NOCTURNO DE LOS TIUQUES

¿Dónde están tus cerros?
¿Qué noches habitan tus vuelos?

En tu vigilia
el vuelo rapaz que limpia el estero
fue espantado por los
maestros del dolo.
Dentistas de lengua sucia
médicos a palos
arquitectos del fracaso
y programadores del deceso
observan el río
y el lecho que fue arrebatado.

Las tormentas de arena
ciegan pupilas en la ciudad invisible.
El desierto ya no es la utopía de Rimbaud
y las manos dejaron de ser herramientas.

Aún esperas que el trinar de las aves
te despierte al amanecer.

Cotorras anidan araucarias
y desplazan al tiuque
de aquellas antiguas ramas
donde esperaba la noche.

Las profesiones no esperan otra cosa
que el desahucio de la obra.

El viento se desliza en las alas de los tiuques
cazan roedores en una noche de vida y muerte.
Una noche…
que no espera las luces de las ciudades.

***

EL MENSAJE DE LOS TORDOS

En el congreso de poesía indígena
una joven
alza brazos y manos.
Gesticula
la infamia del Estado chileno.

A boca suelta
declama “La llave que nadie perdió”
como la usurpación del Wallmapu
y la llave no era herramienta
era palabra
que une lo sacro con lo humano.

Queltehues nos acusan
de ceguera e ignominia
y los piñones alimentan la olla común
de poetas y cantores
que esperan la Buena Nueva
donde se constituye el pan
y la música de los zorzales.

Los plátanos orientales de mis calles
desechan pelusas en primavera
nos pica la nariz como el más bacán
de la Pablo de Rokha.

Los estornudos nos reclaman
que la poesía no es suficiente.
Los sueños de las zapatillas con aire
no se realizan en un verso.
Las pistolas se visten de tiuques
cazan conejos con sus garras
pero el canto de los pájaros
no tiene sucedáneo
es la primitiva verdad de las estaciones.

Tordos cantan en los huertos…
Lo saben.

***

EN EL JARDÍN

Un Siete colores revolotea
entre ramas floridas
de duraznos
y el arcoíris desaparece
frente a tus ojos.

***

LA DANZA DE LAS POLILLAS

Los peones cayeron
al suelo.
El rey derrotado en el teclado
y la reina
¿quién sabe?

El algoritmo
elige canciones cebollas.
Ensimismado lloro
y los errores cometidos
son montañas que separan
el caudal del río
que desemboca en un océano
de infinita indiferencia.

Departamentos vecinos
madres preparan carbonada
cantan melodías A.M.
y sus hijos duermen
hasta el mediodía.

Las polillas danzan fuego
que nacen de sus alas
y en la radio todas las canciones
hablan de ti.
Encerradas
revolotean alrededor de la cama
la aciaga luz
no redime.
En penumbras aletean
para convertirse en zancudos.

La melancolía
busca una pecera para ser alimentada.
Desayunar cerveza
secar el fuego de la garganta.

Los viejos aconsejan
buscar amor en una esquina
las calles desaparecen
no hay amor que sobreviva.

Hay piezas amorosas
donde la distancia no encuentra eco.

Muere la resaca
se abren las persianas.

Disociado de la locura
no sé qué mierda hacer.

Salir del río
para caer al barro…

***

LA SOMBRA DEL MAITÉN

El poeta canta al desarraigo.
Orienta la mirada
en la puesta de sol
en ancianos de asilo fiscal
en semáforos de malabares
y cesantes de plaza viajera.

Somos cara sucia
con lengua de barro
y palabras de greda.

Observa el horizonte con hambre
vínculo de crepúsculo
de ojos morados y labios sangrantes.
Escribe con las manos en la tierra
recorre el sendero picunche
con los pies enlodados de Sakaki.
Sube cerros
para contemplar el valle de espinos
trepa sauces de nostalgia
abraza la corteza de la palma
sueña palabras con ritmo de brisa
y voz de riachuelo.
En el silencio de las libélulas
sentémonos bajo la sombra
del maitén
antes que la tierra nos consuma.

***

INVIERNO

La escarcha abraza los autos
luz de hielo ciega la mirada
trabajadores avanzan entre vaho de suspiros.

***

NO HAY NUECES BAJO EL NOGAL

En el reflejo
del mostrador
indagas verdades
que se ajusten
a tus zapatos.
Levantas la gamba
en busca del crisol
que proteja el estallido
de la conspiración.

Smartphone en mano
ignoras a los niños
de las plazas
que flotan a la deriva
de árbol en árbol
buscando sombras
que los amparen
de la dictadura del sol.

Los huachos
recuperan fuerzas
desempolvan el ánimo
de las pupilas
para machetear
en el Tottus.
Moneda tras moneda
llenan bolsillos
sin cauterizar.
En sus ojos vidriosos
ascienden trucos
de magos cojos.
Del vacío eclosiona
la promesa
de una noche
de mercancía
amarga en la garganta
y el amanecer sucio
cobija la mañana
sin hambre
hasta que el sueño
los derrota.

Los niños de las plazas
naufragan
de árbol en árbol
y bajo la sombra
del nogal
no hay nueces.

***

SUCIO ALTAZOR

Apartó la mirada de las vanguardias.
La disrupción del tiempo
amasa futuros acuosos
en la constelación de las primitivas células.

Introduce los pies
en pequeños charcos de agua turbia
estampa sus huellas
en senderos incompletos.
Invoca dioses en ritos
de barro y aliento urgente
y las divinidades caminarán
junto a los hombres.

El pequeño dios santificará la mixtura
de la basura, desechos orgánicos
estiércol de animales
lombrices de hierba brava y polvo cansado.
Reintegrando vida
a la tierra de los huertos.

El sucio Altazor en su salto a lo salvaje
escribirá en la piel tostada de las madres
poesía fresca,
y el canto primitivo
será revelado nuevamente.

***

ABRAZA EL BOSQUE DEVASTADO

La Moneda es esperma de héroe,
su voz es catecismo de carroña
que consagró el advenimiento
de los emprendedores
que conquistaron
a los espectadores del enjambre.

Donde tú ves abundancia
observo uniones intercelulares
de espuma blanca de río Lonquimay.
Plasticidad de soplo infinito
alimenta tierra de multiespecies
de composta universal.

El bosque lluvioso de China Muerta
comunica
entre raíces y hojas perennes
que la tribu fue engañada.
Su voz se extravió
en la caída de copihues y helechos
de suelo colonizado.

Nuestra voz es morral de madre
recipiente de piñones y hongos silvestres.

Es historia del fogón de medianoche
y vuelo de Traro entre alerces milenarios.

Es viento puelche que flamea
ramas de canelos y arrayanes.

Es travesía de semillas
en alas de chucao.
Es sangre de ancestros
bañada en campos, puertos y ciudades
Es humo negro de barricadas
canto de Tesis de ancianas abusadas.
Es fiesta de olla vacía
que desborda colaboración.
Son ojos de hambrientos
en plato de porotos.

Es la historia del bosque devastado
hombres y mujeres
abrazan la tierra
y el canto matutino de los pájaros.
Horizontes de esperanza viva
nos esperan.

***

QUEULAT

Pasos de hombre fracturan la quila
el trinar de chucao inunda de sonidos el bosque
entre montañas el ventisquero
retrocede en lágrimas de hielo
se precipitan al río como reloj de arena
caudal frágil y vigoroso
como travesía de canto peregrino.

***

LAS MOSCAS SAGRADAS

En suelo de salvaje vello
moscas polinizan flores
del jardín de ancianos
cultivan azucenas
como miel de mausoleos.
La cálida brisa primaveral
cambia de dirección
hacia el vago horizonte
de las ciudades
y las moscas se incineran
en lámparas de falsa luz.
El capullo del tiempo
emerge de la basura,
la enfermedad
de la humanidad
sangra por los ojos
y el hambre es misterio.
La colección de mariposas
que exhibes en el living
sufre el desprecio
de los malabaristas,
cortas alas de polillas
y las ensamblas
en arañas de rincón
armando rompecabezas
de modernización obsoleta.
Hombre-almuerzo, tu alma
nunca tuvo la oportunidad
de volar hacia las sombras
de los árboles que circundan
el río de las tempestades.

Larvas del vertedero
cultivan alas
de una generación
de moscas sagradas.
Los cerdos de Pink Floyd
plantan pobreza
estandarizan el aire,
el fuego, el suelo, el agua
hasta las miradas de los niños.
Somos estatuas de sal
mirando la destrucción
de Sodoma y Gomorra.
El futuro pertenece
a las cucarachas.
Sus cadáveres negros
serán abono de amaneceres
de tiempo circular.

Las moscas sagradas
en su vuelo catártico
polinizan flores
de campo agotado.
Volaremos en sus patas
hasta nuevo aviso.

***

LOSING MY RELIGION

Sonaban trompetas celestiales
en la entrada de la iglesia
presagio de felicidad marital.

El umbral del eco revela el acertijo
de los platos rotos
pero nos desbordamos de tiempo
buscando estacionamientos vacíos.

Me avergüenza escuchar mi voz
cruda y desnuda.
En mí habita la oscuridad de los grillos,
esquivas miradas
y las pestañas te culpan.

El soplo íntimo carece de límites
la vulnerabilidad es una mesa coja
que busca equilibrio
con tapas de bebidas y servilletas.

Tus ojos son piscinas con fugas
en un mundo donde el agua se agota
y la pradera transita hacia el desierto.

Santificamos el catre fracturado
consumiéndonos
en un enjambre de murmullos.

Perdiste la fe en la naturaleza,
para tus oraciones
la salvaje mirada es mentira.

Aunque no me creas
fuimos agua
fuimos viento
fuimos tierra
fuimos carne fuimos fuego.
Fuimos la trampa eterna
del bosque inquebrantable.

Fuimos un río sin lecho
y nada más.

***

LAS VOCES DEL VIENTO

En los caminos del verso
hay que estar dispuesto
al pan y la cebolla.

El poeta debe suprimir el ego
superar la angustia
de exponerse
en los reflectores del amparo.

Escribir en su mayoría poemas fallidos
cegado por la luz
de lo inacabado.

El poeta debe tener piel de elefante
la musculatura firme
como los mineros que machacan
las rocas de carbón
sin temor a ensuciarse
y respirar el hollín que abriga sus pulmones
cegado por el gas grisú
que asesina al pajarito.

El poeta es un luchador callejero
entregado a la apuesta.
La derrota es sangre que alimenta la memoria
son las voces de los ancestros
es tierra de huertos
jardines sin fronteras
la piel partida de manos campesinas.

Compañeros
la poesía no muere
viaja en la voz del viento
sus movimientos
azuzan el cielo y la tragedia.

La poesía dejará de ser poesía.
Eclosionará del vínculo
entre la emoción y la palabra
que resiste en el flujo.
Flujo que será respiración,
moverá las hojas de los árboles,
las alas de los pájaros
y en el viento
seremos…

***

DE PERROS Y PALOMAS

Santiago dejó de ser lo que era,
pero sigue siendo
el lugar donde los ancianos
no tienen tiempo para cruzar las calles
Los perros hambrientos
son lazarillos de sus soledades.

Los perros exiliados
se transformaron en renegados
de plazas y parques
abandonan su territorio
diseccionan el espacio urbano
transgreden el barrio y la ciudad.
Las siluetas caninas son un ciclo estacional,
padecen la competencia del hambre
el encuentro íntimo de los parásitos
que roen sus cuerpos.
Contra pronóstico, la jauría sonríe
en una esquina de la encrucijada.
Sus ladridos remecen
los dedos de los estudiantes
la saliva de los jóvenes
espanta a las palomas de sus nidos.

Los polluelos no soportan el ruido de las revueltas
sin plumas
envueltos en pelusas grises
visten su piel con estiércol de sus progenitores.

Testigos de las dinámicas sociales
los perros
no dejan de ladrar en las calles.

***

EL MITO DE LA HOJA BLANCA

En el poema falta una palabra
la neurosis apareció
en la encrucijada
del diccionario exiliado
y la ignorancia de tu canto
es acogida por los músicos
que se esconden en los pasillos
de la estación Baquedano
y la voz de Enrique Lihn es descubierta
en la musiquilla de las pobres esferas,
entre sus sonidos y el eco
encontramos el verbo para encender
las barricadas.

Los chinchineros del barrio golpean sus tambores
que arden en la cólera constrictora
de las serpientes.
En las piedras anida la rabia de los tordos
y en su canto llueve la revuelta.
La calle es el volcán
que carboniza el monocultivo segregador
de esa mirada tuya
que duda de mi piel.

En el mito institucional
de la construcción Nacional
instalaron el terror de las hojas blancas.

En este poema sobran los verbos, sustantivos y sujetos
porque no
es una hoja blanca,
es el pacto social escrito
con las voces que emergen
de las osamentas de los deudos.

Caminaremos
desde la memoria para abrir la ruta
de nuestra canción
que corregiremos día a día
con la musiquilla de las pobres esferas.

***

LAS LIBÉLULAS

Los campesinos las bautizaron
matapiojos.
Ellas
vuelan
desafían el cauce del riachuelo
se cruzan con los zancudos
patas de arañas.

Ellas
los matapiojos
no se nombran
vibran
vibran
agitan sus alas
levantan un zumbido al atardecer
fenecen
en la orilla de la vertiente.
La luna se refleja en el agua
esperando los ojos de los conejos.

***

LA MARCHA DE LOS CARACOLES

Esta mañana
es la mañana
que esperamos con ansias
¿Te acuerdas de nuestros sueños
cuando las canicas trazaban caminos en la tierra?

Hoy es el día
para inmortalizar la marcha de los caracoles.
Batallamos por descifrar el mensaje
de la brisa que se refugia entre espinos
y entonar el canto del viento norte
que pregona el abuelo.

Observa bien el color de las plantas
y recuerda
—los caracoles se alimentan de hojas de fatsia japonica
y en un lugar lejano
el fuego se apresta a calcinar un bosque de eucaliptus—.

Amigos
el delirio de la infancia
cosecha en la mollera pajaritos de colores.
Planean erráticos
sobre un cielo en restricción.

Con crayones bosquejas un paisaje
expuesto a los lugares comunes
semejantes a las garrapatas
en las orejas de los perros.

¿Has visto aparearse a los caracoles?
entierran sus huevos
se abren caminos en tierra húmeda de primavera.

Los caracoles se desplazan sobre tus piernas
sigamos la marcha de los caracoles con sus cachitos al sol
ellos indican la ruta de los versos
que tú y yo aspiramos a escribir.

***

LOS PELUZONES DEL TORINO

Las tardes de sábado
don Beto a velocidad de plegaria
pasaba por los peluzones
del Complejo nacional del niño.
Jugaban en el Torino
vestían de hojas perennes
y casi siempre ganaban
con gambetas de huacho hambriento.
Hábiles recolectores
de ciruelas sin dueños,
colgados de las ramas de los sauces
eran piqueros de río de mecha tiesa.

Otros completaban el álbum
apostaban láminas
de jugadores que no conocían.
Recreos de breves sonrisas
golpes de papel y tierra en suspiros de azar.

Comíamos galletas de vainilla
y leche de escuela pública.
Al atardecer recogíamos moras a la orilla del río.

La Adidas Azteca
rodaba en la chépica bruta
balón música de bombo en fiesta.
Su golpe en la red
era el sonido más hermoso del día.

Los sábados
muertos de hambre
comíamos pan con chancho.
Nos poníamos la verde
sudados de cal y tierra
nuestra alma era bosque sureño.
Casi siempre ganábamos
por uno más que’l rival
o a patá en la raja.

28 de junio del 86
Argentina campeón.
Pinchada la pelota de plástico
hacía parábolas en el cielo
soñaba ser zorzal de valle y pradera.
Deseábamos ser Maradona
y por siempre jugar a la pelota.

El 25 de noviembre del 2020
Lloro a moco tendido
El Pelusa murió
El Diego de la gente murió
El Barrilete Cósmico murió.
Como gol ante Inglaterra
los peluzones del barrio
aún respiran…

***

JÓVENES POETAS DE PERIFERIA

Al amanecer las personas se disponen al contagio.
Contempla la ciudad de las luciérnagas
transita las avenidas a paso cansino
ignorando los colores aburridos del semáforo.
Camina lento y observa los zapatos de los jóvenes,
coge el aroma de los pasos que se pierden al instante.

Las luces de las ciudades no se consumen en los ojos
respiramos y dejamos de respirar.
Las velas se ocultan en las repisas de las pulperías,
en la encrucijada del laberinto buscas el trinar de los pájaros
que sobreviven a los tentáculos telefónicos.

La polución configura espejismos de esperanza
la deplorable vista de los operarios
divisan pájaros de fuego en las ventanas de los edificios
y aguadores de lágrimas andinas dejan huellas petrificadas.
La pócima ancestral consagra el año del huemul
compuesta de quillay, matico y plumas de cóndor.

En la red aún recibe likes
en fotos de algorítmico recuerdo.
Indolente ignoras a los fantasmas
que desaparecen en la niebla.
Gélida bruma cubierta de palabras de gloria celestial
soplan el pueblo de los rieles oxidados
y los ancianos como nómades pistoleros
esperan el tren con sus armas cargadas.
Rolando Cárdenas, Teófilo Cid, Pablo de Rokha
y el Guardián del Mito nos desafían con la mirada.

Afrontando disparos al aire y tronar de medianoche
los poetas escriben versos de ríos torrentosos
pedestres hierbas medicinales, árboles nativos en rebeldía
y trenes fantasmas
para ser leídos por jóvenes piratas de periferia.

En la recta provincia
los campesinos escuchan el arrullo del río Maipo
que cae de las montañas nevadas de los Andes
y el fruto del valle crece de noche.
Los cantores atestiguan con melancolía
que la hierba mala de las praderas
nunca muere y nunca morirá
si recordamos el canto de la aldea eterna
que habita nuestros corazones.

***

LAGARTIJAS SUEÑAN CON DINOSAURIOS

El sol azota las calles
en las panderetas
las esquivas lagartijas
juegan sombras chinas
y sueñan con dinosaurios.
Los héroes de cuneta
destapan cervezas
con encendedores
vacilan a Charly García
y brindan con
los amigos del barrio
que van a desaparecer.

***

NOCHE DE BRUJAS

Discípulas de la Clavícula de Salomón:
Ciénegas de almas fracturadas
esperan las llaves del éxtasis
escondidas entre robles y abedules.
Consagras la fecundidad y la naturaleza
ahumando hierbas secas.
La libertad viaja en el soplo
que afila ramas de viejos serbales.
La mirada recolectó
plantas y tallos de tiempo primordial
que circundan fogatas
de historias de anciana lengua.

En los barrios del gran Santiago
los niños piden dulces
en casas de jubilados.
Las calles pregonan
—dulces o travesuras—
y estar sin disfraz aterra, aterra, aterra.

Tu rostro desnudo intimida,
ojos ajenos
se transforman en relámpagos
y las luciérnagas del bosque
nunca más asustarán con sus lucecitas.
Luz que se abre
entre maquis y los boldos,
boquilas extraviadas
trepan alerces y cipreses.
El bosque derrochó magia
arrebatada por la ambición de mercaderes,
ahora nos encogemos de hombros
bajo la acidez de pinos y eucaliptos.

Las brujas dejaron de ser rebeldía
y la noche
no pertenece a los búhos.

***

LA ODISEA DE LOS HUESOS

Las traviesas tórtolas
se pasean como Pedro por su casa
pican el patio de los abuelos
comen pellet del pocillo del Pipe.
El perro entierra sus huesos en humus negro,
gusanos y lombrices
roen osamentas en tierra viva.
Germina la enredadera de chépica bruta
borrando los límites de las propiedades.
Los pájaros en su trinar desnudan al amanecer
caras de pálida luna.
El tiempo florece en gladiolos de mármol
y la mirada hacia atrás pela chanchitos de greda
labrados en cerros de infancia
y el agua golpea la roca de los ríos
como zorzales al suelo fértil.
La filosa ventisca
exhibe lo aprendido de golpe y porrazo
que tierra somos y tierra seremos.

***

SEREMOS LEYENDAS

El guardián del mito arrastra un séquito de acreedores
es censurado por consagrar la aldea en un paraíso perdido.

Los ciudadanos olvidaron los nombres de los pájaros
que trinan frente a sus ventanas
escondidos en árboles sin nombrar.

La autonomía de las tabernas cosecha filósofos de medio pato
son antiguos autos de carrera que colaboran
hacen gemir sus motores
y el bramido de la aceleración enamora a las palomas
que caminan detrás de los ancianos…
del asilo contra la opresión.

Cantemos los nombres de los poetas
que se fueron al patio de los calla’os
sentados bajo de las estatuas de los héroes patrios
recitando de memoria el mudo corazón del bosque
salando la consciencia de los parroquianos del rebelde silbido
que se preguntan en la herida abierta de la memoria
¿Quién soy? ¿Quiénes somos?
Un encuentro del tercer tipo bajo el trampolín
y la banca tatuada de corazones rotos.
Los ciudadanos buscan el significado de las palabras perdidas
en el celular que guardan en el bolsillo del desahucio.

No te preocupes —seremos leyenda—
rechazando el paraíso de los iluminados.
Aférrate al presente:
Contempla las moscas que bañan sus alas en las cáscaras de sandía
que reposan en la mesa del comedor familiar
mientras los comensales duermen siesta
una lánguida tarde de verano.
En la vigilia conversamos con los muertos
en las bibliotecas abandonadas
inhalamos el aroma del moho que habita las hojas de los libros
que se deshojan en los estantes
la mayoría terminará en la hoguera desplazados por códigos binarios
y la melancolía se multiplicará en los ojos de los vagabundos
como pozos de vertiente de hacienda colonial
que desapareció del campo... para siempre.
Chile de provincia se cae a pedazos
y nosotros cantamos a los cuatro vientos que —seremos leyenda—
conscientes que las carretas de los circos no volverán
y que nadie quiere leer viejos poemas de geografía indómita.
Sin embargo…
como mapuche porfiado
como araucaria rebelde
seguiremos escribiendo versos de ecología sangrante.
Quien nace chicharra
muere cantando.

***

EN ESTA EDICIÓN COLABORARON
DANIEL VISCARRA, CARLA VALENZUELA
Y ROBERTO MORALES. EL LIBRO
FUE IMPRESO UNA AGRADABLE
MAÑANA DE VERANO. SE TERMINÓ DE
CORREGIR MIENTRAS REPENSABAS
LA POESÍA EN TIEMPOS DE PANDEMIA.

*** Fin ***